24 oct 2009

Un pequeño relato; Niños de Algodón

Esta es una de las varias narraciones incluidas dentro de los diversos libros que pueblan el mundo de VeeM. El motivo por el cual se decidió copiarlo en este espacio es para ofrecer la chance de leerlo más allá de la interfaz del videojuego.

Considerando la particular estructura técnica del juego fue que se elaboró este relato, breve y conciso, producto del límite de caracteres por pantalla de texto.

Contextualizándolo, el mismo figura dentro de un diario ubicado en una pequeña choza cercana a las inmediaciones de un pueblo donde ya no hay más gente, sólo unas pequeñas figuras infantiles realizando actividades y rutinas, indiferentes al contexto que los rodea.




- - Segmento Primero - -

Nunca encontraré la manera de pagar por todo el daño que nosotros, los alquimistas, hijos de la era extinta, le hicimos a la noble gente del mundo.

Recuerdo aquel frío y húmedo amanecer en que llegué a esta comunidad. Era tan sólo un viejo y harapiento exiliado de la guerra, una guerra que fomenté con mi ciencia.

De todos modos, a la gente del lugar nunca le importó mi origen. Para ellos era otro pobre hombre que lo había perdido todo por culpa del imperio Sandgrad.

Quizás por el hecho de que había llegado el momento de reconstruir el mundo fue que sentí en este lugar la necesidad de volver a empezar, de obrar un futuro mejor para los niños.

Sin embargo, el destino no podría haberme llevado a encarar situación más irónica y cruel, puesto que en este lugar, no volvería a ver correr niños por sus calles.


- - Segmento Segundo - -

Ellos perdieron la posibilidad de procrear y tener hijos. Este no fue un hecho casual, todo formó parte de un mismo plan bélico para diezmar las comunidades lejanas al imperio.

La gente del lugar nunca lo supo, pero todos fueron inducidos a la esterilidad por medio de oscuros procesos alquímicos en la fuente misma de las aguas del lugar.

Me hallé incapaz de devolverles algo tan preciado e invaluable como la posibilidad de devolverles la fertilidad. Sin embargo, cada vez me sentía más culpable por el daño cometido.

Fue por esto que, lo menos que pude hacer al respecto.... fue usar mi talento. En el imperio, mis conocimientos sirvieron para crear Golems*, es decir, guerreros de piedra.

De ese modo, de crear ejércitos de imbatibles moles de roca, pasé a crear pequeñas y frágiles criaturas de tela, algodón, madera y lana.

Lo único que me hacía falta para infundarles vida y consciencia fue colocarles Semillas de Cristo** envueltas en Pergaminos minuciosamente escritos dentro de los pechos de los muñecos.

Fue así como cree a esos pequeños y frágiles "Golems de Algodón", a quienes, en una íntima expresión de cariño, decidí llamar "Muñecos de Algodón".

Finalmente, llegó el momento de presentar a la gente del lugar mis creaciones. Sin dudas, había generado cierta expectativa, pero aun así nada los prepararía para recibir esta sorpresa.

Puesto que la gente del pueblo sería incapaz de tener hijos, les otorgué la posibilidad de convivir con estos pequeños niños, niños de Algodón, para suplir aquel afecto insatisfecho.

A algunas familias les costó considerar la idea. Otros sintieron la necesidad de ser hospitalarios con ellos, y los adoptaron. Poco a poco se fueron formando un vínculos.

Fue de este modo que con el tiempo, estas personas se reconocieron como "padres" de las criaturas, y a su vez estas figuras de algodón ocuparon un lugar importante en sus vidas.


- - Segmento Tercero - -

Fue de este modo que con el tiempo, estas personas se reconocieron como "padres" de las criaturas, y a su vez estas figuras de algodón ocuparon un lugar importante en sus vidas.

Así fueron pasando los años, la comunidad nunca estuvo más alegre y activa que en aquella época, y creo que no volvería a estarlo jamás.

Esto es así porque, lamentablemente, por más que se expresen como niños, los Niños de Algodón no eran humanos. No crecían, no maduraban. Pasara el tiempo que pasara, ellos permanecerían igual.

Es por esto que, con el correr de los años, la gente iba envejeciendo mientras estas criaturas permanecían inmutables al ciclo natural de los humanos.

Pese a todo, nadie esperaba lo que vendría. Con ambigua ironía llegó a nuestras vidas un evento tan esperanzador como confuso; el nacimiento de una niña.

Por un lado, la esperanza sobrevino a la comunidad. Por el otro, la tristesa de confirmar que, años después de ese evento, no volvería a nacer criatura alguna.

¿Podría significar el nacimiento de esta preciada criatura una confirmación de la expiación de mis pecados? ¿O quizás sólo se trataría del principio de mi castigo?

Este hecho sembró la alegría, pero también la polémica y la duda. Algunos se sintieron desamparados, como si todo este tiempo lo hubiesen dedicado en vano.

Otros, vieron en aquel nacimiento un lugar para la duda, para considerar cuál era el problema que todo ese tiempo les impidió engendrar descendencia.

El tiempo transcurrió y la comunidad se dividió en dos grupos. Por un lado, los que se conformaron con seguir viviendo igual que siempre con sus hijos adoptivos.

Por el otro, aquellos quienes consideraron un error haber adoptado a los Niños de Algodón. Sin embargo, pese a las diferencias, todos coincidían en un mismo punto.

Tarde o temprano sus tiempos se agotarían, y al final terminarían dejando a sus niños adoptivos completamente solos. Advertido de este hecho fue volví a trabajar en mi profesión varios años más.

Fue por esto que, temerosos de la opinión que tendrían de ellos en el resto del mundo, los habitantes más jóvenes partieron hacia otros rumbos con la intención de empezar de nuevo.

Muchos vieron en aquella niña, que en ese entonces tenía cinco años de edad, la esperanza de un renacer para la comunidad. La desición se cumplió, y entonces partieron.

A los niños de Algodón que de un momento al otro se quedaron sin padres, se les dijo, más por una vana esperanza que como promesa, que estos volverían por ellos.

En cuanto a la gente, los pocos que quedamos en el lugar, continuamos con nuestra rutina, despreocupados del tiempo, el cual, durante todos estos años, había sido aceptado con indiferencia.


- - Segmento Cuarto - -

Soy la única persona que queda en este lugar. Estoy viejo, y no falta mucho para que muy pronto esta se convierta en una comunidad habitada nada más que por Muñecas de Algodón.

No podían quedar desvalidos a la adversidad del mundo, así que el último año terminé de dar forma al más perfecto e implacable Golem jamás creado. Una vez terminado, se lo presenté a los niños.

Cuando le vieron, el los sintieron una particular atracción hacia él. Por eso decidí llamarlo "Hermano Mayor" para así dejarlo al cuidado de estas imperturbables criaturas llenas de afecto.

Tras tanto tiempo en este mundo, sólo queda espacio en mi mente para una única reflexión.

Los muñecos de algodón, todos ellos fueron generados de manera artificial. Sin embargo, ¿Son menos personas que nosotros?

Sus cuerpos no crecen ni se desarrollan. Siempre permanecen iguales. Sin embargo, la semilla que planté en sus pechos, la fuente de sus vidas, tarde o temprano se marchitará.

Cuando esto ocurra, sus pequeñas y frágiles vidas se apagarán, y entonces, cuando el lugar que ocupan en el mundo permanezca vacío, ya nadie más dudará de


***





- - Glosario:


*Golem: Criatura de roca, un enemigo común dentro del juego.

**Semilla de Cristo: El ítem que sirve para revivir a los personajes caídos, el equivalente a "Cola de Fénix" de otros RPG. El nombre del ítem se inspira en el mito de un hombre que resucitó sin herida en su cuerpo tras haber sido asesinado 3 días atrás....
En este caso, la semilla cumple otra función, no menos milagrosa.

*** (El texto culmina de manera abrupta, no se sabe si porque al autor le faltaron hojas para seguir con su testimonio o si en realidad se quedó sin tiempo)